Cuando estás en un puesto de responsabilidad, con un equipo a tu cargo, debés exigirte mucho a vos mismo, y a dicho equipo, para obtener los mejores resultados. Esto está muy bien, pero llegado el momento, un empleado a tu cargo puede no alcanzar los resultados deseados, realizar un procedimiento que no hubieses querido, cometer un error o cualquier otro acto que pueda decepcionarte.

Es en este momento cuando muchos líderes reaccionan de una manera inapropiada y pretenden, mediante malas formas e incluso gritos, descargar el enfado y la decepción sobre el empleado. Esto lo único que genera son malas sensaciones en la persona que trabaja para ti y va a influenciar negativamente en su ritmo de trabajo y en el ambiente laboral. Sentirá estrés y miedo y comenzará un progresivo desgaste.

Lo primero que debés hacer es analizar la gravedad del problema. Muchas veces se pierde el tiempo en buscar un culpable y no en remediar los errores. La solución no es tomar una actitud violenta.

La mejor forma de actuar es pensar en frío y no tomar decisiones precipitadas. Debemos pensar en qué ha fallado esa persona para no haber realizado correctamente una tarea. Meditá durante un tiempo lo que le vas a decir. En esos minutos, el enfado habrá descendido y podrás tener argumentos más claros. Es entonces cuando puedes hablar con él y explicarle qué se esperaba y los resultados obtenidos. Se debe acompañar este razonamiento con algún tipo de mejora que se crea conveniente para ayudarle a progresar.

De esta manera el empleado sentirá que su líder confía en él y que, aunque en esta ocasión ha fallado, tiene la oportunidad de mejorar.

Por otra parte, recordá preguntarte si hay algún factor interno que pudo haber propiciado el fallo. ¿Cómo es tu comunicación con tu equipo? ¿El empleado contaba con todo lo necesario para hacer su trabajo? ¿Qué puedes mejorar?

Realmente hay mil maneras de reaccionar antes de perder los papeles. Y vos, ¿cómo solés reaccionar ante esta situación?

 

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